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domingo, 26 de diciembre de 2010

SELF, TRANSFERENCIA Y TRASTORNO NARCISISTA DE LA PERSONALIDAD: EL APORTE DE HEINZ KOHUT

David Alberto Campos Vargas

Uno de los pensadores más sobresalientes de su generación, Heinz Kohut cambió para siempre al Psicoanálisis. No sólo enriqueció con sus aportes la vieja teoría freudiana (por ejemplo, con conceptos como Self o Imagen Parental Idealizada), también transformó la técnica psicodinámica, tras trabajar justamente con sus pacientes más complejos: personalidades limítrofes y narcisistas.

Este breve artículo pretende explorar el campo específico de las transferencias narcisísticas, campo en el que Kohut, como ya se ha dicho, fue el gran teórico del Psicoanálisis (y aún hoy, referente obligado). Pero empecemos con definiciones clave:

a) El Self es el conjunto de representaciones que conforman para el sujeto un modelo de sí, modelo que se construye activa y permanentemente y asimismo tiene una continuidad en el tiempo: por eso nos permite tener un sentido histórico de nosotros mismos, una representación de nuestra permanencia psíquica a lo largo de nuestras vidas.

El Self deriva de las relaciones objetales tempranas, se construye en-relación-con: de un largo proceso de identificación e introyección de otros seres humanos se va estructurando el Self nuclear o maduro. Para que este proceso se produzca sin mayores sobresaltos, debe haber respuesta empática de esos seres humanos (llamados por Kohut Objetos-Self).

b) Unos padres empáticos funcionan como Objetos-Self primarios “buenos” en tanto tienen la capacidad de percibir las necesidades de reconocimiento y admiración de sus hijos, y de responder adecuadamente a ellas. De ello derivará una adecuada maduración del narcisismo en el niño, de su self, y una sólida autoestima. Por el contrario, padres no empáticos se hayan en la cadena causal de los trastornos narcisistas de la personalidad.

Ahora bien, Kohut consideró que el narcisismo normal, en el ser humano, evolucionaba en el desarrollo del niño. Todo empezaba como Narcisismo primario, en el que el niño se siente en un estado ideal de perfección, seguido del Self grandioso arcaico (exhibicionista), en el que el niño ya ha experimentado frustraciones (por fallos en el cuidado materno, por ejemplo) pero compensa creyéndose perfecto y comportándose como tal, y luego, al comprobar en la realidad que no lo es, asignándole tal cualidad de perfección a un objeto-self que pasa a ser un objeto-self omnipotente y admirado: la Imagen Parental Idealizada. Ahora el niño vivencia su realidad de esta manera: “no soy perfecto, pero él (o ella) – la Imagen Parental Idealizada- sí lo es, y yo tengo algo de su perfección, pues estoy relacionado con ella” (por ejemplo, el hecho de ser hijo de la Imagen Parental Idealizada “padre” lo hace tener algo de su perfección); asimismo vivencia “si ese ser perfecto me presta atención, es porque soy muy especial”. Y luego, poco a poco, irá abandonando esas fantasías grandiosas y haciéndose conciente de su realidad.

De este modo, en la medida en que el exhibicionismo y la omnipotencia son progresivamente dejados a un lado, y el niño va aceptando su realidad, sus limitaciones y capacidades reales, y va abandonando sus fantasías grandiosas (remplazándolas por metas más realistas y egosintónicas), el niño va moldeando un Self real, un Self nuclear, cada vez más cohesionado en la medida en que va madurando.

Para Kohut, las Imágenes Parentales Idealizadas se integran en el Polo de los Ideales, y los objetos-self en el Polo de las Ambiciones, si el anterior proceso de desarrollo ha seguido su curso normal, y esto va configurando un Narcisismo sano. Por Narcisismo sano se entiende: 1) la transformación de estructuras narcisistas (por ejemplo, el self grandioso arcaico) y su integración en la personalidad, 2) el fortalecimiento de ideales y definición de metas egosintónicas y realistas, y 3) un narcisismo que permita el sentido del humor, la creatividad, la empatía, el conocimiento, la aceptación del propio cuerpo, la aceptación de los propios defectos y la propia finitud (la propia muerte).
En el Trastorno Narcisista el self grandioso no se funde (no se integra) con el Self real: queda retenido, como un quiste, en su forma arcaica. Esto se produce cuando en el proceso de desarrollo del narcisismo arriba expuesto los padres no dan una respuesta empática (no confirman) los sentimientos de grandiosidad del niño, bien sea porque hubo insuficiencia de respuestas parentales (por ejemplo, en una madre ensimismada, que no responde a los requerimientos del niño) o si se falla en dichas respuestas (por ejemplo, cuando el padre no responde a las necesidades del niño, sino a sus propias necesidades).

Asimismo, en el Trastorno Narcisista la Imagen Parental Idealizada es anormal. Por ejemplo, si el niño experimenta frustraciones de parte del adulto al que admira, en un nivel intolerable para su psiquismo, dicha Imagen Parental Idealizada queda retenida de manera inalterada (de nuevo, valga la comparación con un quiste dentro del self), no hay integración con el Self real. Es decir, seguirá siendo un objeto-self arcaico, una estructura no integrada, escindida, enquistada, que no se convertirá en estructura reguladora de tensiones y, en cambio, será vivenciada por el sujeto como amenazante.

Resumiendo, en el Trastorno Narcisista de la Personalidad, nos encontramos con una perturbación del self dada por: 1) el defecto en la integración de objetos-self arcaicos y self grandioso arcaico en el self real (self nuclear, en la nomenclatura de Daniel Stern), 2) la falla en la integración de las relaciones objetales primitivas (al fallar el mecanismo de integración transmutadora) al self real (self nuclear). Estos elementos (“estructuras”, en la jerga de Kohut) permanecen entonces escindidas, enquistadas, no integradas, y son cargadas de libido narcisista, y producen un desarrollo defectuoso del self.

El paciente con Trastorno Narcisista de la Personalidad sí ha logrado un self cohesivo, por eso no hay amenaza de desintegración (como sí la hay en pacientes fronterizos – con Trastorno Límite o Emocionalmente Inestable de la Personalidad, o en pacientes pre-psicóticos). Lo que sí hay es una integración incompleta (tanto de objetos-self arcaicos como del self arcaico y las Imágenes Parentales Idealizadas), que produce vulnerabilidad en el self de los pacientes narcisos, y esta vulnerabilidad es el origen de su angustia, de su malestar, de su incapacidad de regular la autoestima y mantenerla en niveles normales.

De la incapacidad para regular y modular la autoestima de los pacientes con Trastorno Narcisista de la Personalidad derivan sentimientos de vacío y depresión sutiles, vivencias de fracaso existencial, sensaciones de falta de autenticidad en ellos. Y Kohut hace hincapié en que dichos sentimientos y vivencias tienden a aliviarse – a disminuir su intensidad- si se establece la transferencia narcisista con el terapeuta, y se intensifican si se perturba la relación con el analista).

A partir de su vasta experiencia clínica, el doctor Kohut realizó el constructo teórico de las formas de transferencia narcisista, o sea, de los Estilos de Transferencia de las Personalidades Narcisísticas, divididas en dos grandes grupos, a saber: a) Transferencia Idealizadora y b) Transferencia en Espejo (ésta última con subtipos: Transferencia en Espejo Funcional, Transferencia en Espejo Gemelar y Transferencia en Espejo de tipo Espejeador, también llamada Transferencia en Espejo propiamente dicha).

En la Transferencia Idealizadora el analista es vivenciado por el paciente como un objeto-self proveedor de autoestima, es idealizado narcisísticamente al punto de ser convertido por el paciente en depositario de sus fantasías narcisísticas, visto por el paciente como dueño de conocimiento ilimitado, como poseedor de perfección, como eximio representante del ideal moral-científico-estético del paciente. Asimismo, el paciente busca unirse a él. Y el paciente experimenta con gran frustración el “alejamiento” del analista (por ejemplo, si se le cancela una sesión)

En la Transferencia en Espejo, durante el proceso analítico se reactiva el self grandioso del paciente, y hay dificultad por parte del paciente para establecer la diferencia entre su propio ser y el del analista (falla la diferenciación Yo – No Yo). Como bien señala Kohut, entre más primitivo e inmaduro el psiquismo del paciente, habrá menor diferenciación Yo – No Yo y menos se percibirá al analista como alguien distinto.

En la Transferencia en Espejo de tipo Funcional, el analista es vivenciado por el paciente como extensión de su self grandioso arcaico y, por ende, el paciente le considera portador de su propia grandiosidad y exhibicionismo.

En la Transferencia en Espejo de tipo Gemelar, el paciente asume que el analista es igual a él, incluso en su constitución psicológica.

En la Transferencia en Espejo propiamente dicha, el analista es vivido como alguien diferente sólo aceptado si satisface las necesidades del self grandioso del paciente. Así, el paciente espera encontrar en el analista lo que no obtuvo de sus objetos-self primarios (usualmente, sus padres): miradas de admiración, respuestas que confirmen su exhibicionismo. Si no es gratificado de esta manera por el analista, se siente frustrado una vez más y puede expresar rabia, incluso franca animadversión.

Para finalizar, me gustaría invitar al lector a ir más allá de este simple bosquejo, a buscar, leer, releer y disfrutar este autor tan interesante, por desgracia poco conocido en nuestro medio, cuya fecunda obra espera aún ser ampliada.

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