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domingo, 26 de diciembre de 2010

LA REVERSIÓN DE LA PERSPECTIVA EN EL PROCESO PSICOTERAPÉUTICO

David Alberto Campos Vargas, MD


La Reversión de la Perspectiva ha venido siendo entendida como una de las vicisitudes del proceso analítico (como el acting out o la reacción terapéutica negativa), que trata de impedir el desarrollo del insight “evitando el dolor mental que el insight provoca inevitablemente”. En ella hay una falla en el contrato terapéutico: el paciente está ahí, pero para otra cosa. No quiere pasar por el doloroso proceso que implica la conquista del insight, como lo señalan Bion y Bettelheim. Pero también puede ser entendida como una dificultad cognitiva social, que dificulta en gran medida la capacidad de percibirse a sí mismo y al mundo desde otra perspectiva, distinta a la de las propias premisas y prejuicios.

Tal vez fue Abraham el primero en intuir este escollo en psicoterapia, al hablar de ciertos pacientes con “gran dificultad para reconocer el papel del analista, que constantemente discuten sus interpretaciones”. Pero fue Bion quien definió el problema como Reversión de la Perspectiva, entendiéndolo como un proceso del pensamiento vinculado a un intento de desestabilizar la situación analítica.

Bion apela al concepto de Parte Psicótica de la Personalidad, un modo de funcionamiento mental contrapuesto a la Parte Neurótica de la Personalidad. Dicha Parte Psicótica de la Personalidad se caracteriza por: 1) Odio a la realidad externa e interna (y a todos los instrumentos que pueden poner en contacto con dichas realidades, 2) odio a las relaciones de objeto, 3) intolerancia a la frustración (lo cual puede explicar el odio a la realidad, pues la realidad implica frustración), 4) predominio del Instinto de Muerte, 5) uso de la envidia para desarrollar sus relaciones de objeto (en contraposición a la Parte Neurótica de la Personalidad, que usa la Libido), 6) predominio de impulsos destructivos, 7) identificación proyectiva masiva y de gran destructividad, 8) ataque al pensamiento, 9) temor a un aniquilamiento inminente, 10) relaciones objetales prematuras, precipitadas y frágiles. La Reversión de la Perspectiva, desde la mirada bioniana, haría referencia a determinados pacientes en quienes predomina la Parte Psicótica de la Personalidad.

Bion entendía a la Personalidad como un continuo con dos polos: el neurótico y el psicótico. La brecha entre estos dos polos se va ensanchando en la medida en que el individuo se va desarrollando. A propósito del funcionamiento de la personalidad, Bion define una relación continente-contenido positiva, imprescindible para el crecimiento mental: “el contenido tiene que encontrar algo que lo reciba y pueda modificarlo; el continente necesita algo que lo llene, lo colme. El niño proyecta en su madre sus temores y la madre los tolera dentro de ella, los asimila” y los devuelve como un contenido menos angustioso, más tolerable, menos doloroso.

En la Parte Psicótica de la Personalidad la relación continente-contenido no se da en términos positivos sino en términos de despojo y denudación. El individuo siente que el contenido se mete en el continente para destruirlo, y el continente recibe el contenido para despojarlo…de ahí que la parte psicótica de la personalidad experimente los vínculos como angustiantes, peligrosos: siempre está la angustia a ser desmantelado, vaciado, destruido.

La Parte Psicótica de la Personalidad realiza ataques destructivos (“ataques al vínculo”) contra todo lo que tiene función de unir un objeto con otro (función vincular o de asociación). Así, en la Reversión de la Perspectiva, el paciente puede sentir que la interpretación es un contenido destructivo que irrumpe en su mente para dañarlo, o puede recibir la interpretación despojándola de su significado original, transformándola en algo “malo”, perseguidor, peligroso.

La triada “arrogancia, estupidez y curiosidad” acompaña usualmente este ataque al vínculo y es a su vez un índice de “catástrofe psicótica”; como señala Bion, la combinación de intrusividad, curiosidad estúpida e insultante arrogancia (que, como apunta Etchegoyen, se realimenta en la estupidez proyectada en el objeto) lleva a una continua y demoledora desvalorización de los demás (del “Otro”). De ahí que el analista (uno de “los Otros”) y sus interpretaciones sean también atacados. Y todo esto lleva a una sobrecarga en la contratransferencia.

Bion también trató de esquematizar la Reversión de la Perspectiva en términos matemáticos (como tanto le gustaba hacer): es el funcionamiento (del área psicótica de la personalidad) opuesto a la Perspectiva Reversible del insight. En este tipo de funcionamiento mental, el deseo de conocer (vínculo K) se trueca en un deseo de desconocer (vínculo – K). Es decir, el paciente está funcionando de tal manera que presente desconocer incluso lo que es evidente, dado que es doloroso (como creía Bion) y/o dado que no dispone de otra perspectiva para afrontar su vivencia.

En el funcionamiento de la parte psicótica de la personalidad, se exterioriza masivamente la destructividad, la envidia: “la autoafirmación psicótica de la personalidad nace de la omnipotencia, desconociendo lo racional y positivo, denigrando al terapeuta, atacándolo a él y a sus interpretaciones, y a sus actos en general”. Rosenfeld, haciendo eco a las ideas de Bion, habla de un Self Narcisístico muy similar a la Parte Psicótica de la Personalidad, impulsado por la voracidad, la envidia, o la fusión de ambas, constituyendo así un deseo de agotar por completo al Otro (“al objeto”, diría Klein), no sólo para poseer todo lo bueno que éste tiene, sino para vaciarlo intencionalmente, a fin de que no tenga nada envidiable.

En este orden de ideas, la Reversión de la Perspectiva es desconocimiento como “actitud del espíritu”, como modo de funcionamiento mental, y por eso Bion la describió como “el negativo del insight” o el vínculo – K: justamente el knowledge reverso, en el que se busca alejarse del conocimiento y aferrarse a una única perspectiva de las cosas (fanatismo y testarudez mental propia de la ignorancia, que conlleva a la devaluación de la Perspectiva del Otro y a la fijación perenne a una premisa epistemológica: “sólo hay una forma de vivenciar lo que ocurrió o está ocurriendo, y esa forma es la mía”)

Bion planteó la Reversión de la Perspectiva como uno de los modos de funcionamiento de la Parte Psicótica de la Personalidad, “una forma especial de pensamiento que trata de evitar a toda costa el dolor mental”. Para negar el dolor psíquico, la Reversión de la Perspectiva apoya en una modificación permanente de la estructura mental: el Splitting Estático: a diferencia del Splitting Clásico, en el Splitting Estático no es un mecanismo de defensa al que se recurra ante determinadas situaciones, sino que está ahí “para siempre”: el paciente se ubica en una trinchera inamovible, en su perspectiva, y como nunca se mueve de ella empieza a interpretar y decodificar toda su vivencia desde una posición ya tomada. Por ende, las perspectivas del Otro (por ejemplo, del terapeuta) son sistemáticamente atacadas, invalidadas. Llamativamente, este fenómeno ha sido descrito desde otras perspectivas a lo largo de la Historia: podría corresponder a la acusada “rigidez del pensamiento” de los psicóticos descrita en la psiquiatría clásica, y a la falla en la cognición social de la que habla la moderna Neurociencia Social.

La Reversión de la Perspectiva puede ser entendida entonces como una forma alterada del pensamiento, en la que la capacidad de intersubjetividad y de cognición de la Otredad se encuentra deformada: quien la padece se encuentra anclado a un modo único de percibir las cosas: todos los fenómenos y epifenómenos de su existencia son evaluados, de modo rígido y perenne, desde una única perspectiva. La propia visión de la existencia, y la misma cosmovisión que se tiene, se encuentra sentenciada a estar siempre en un mismo punto, y ello lleva aparejada una inmensa dificultad para concebir la propia vivencia de ser-en-el-mundo. No es de extrañar, entonces, la dificultad simultánea para el cambio en el proceso psicoterapéutico: el sujeto se halla prisionero de sus propias premisas, enclaustrado, incapaz de ver más allá de sus propios fantasmas.

Etchegoyen llama la atención al hecho de que dicha “disposición mental” reposa en las premisas del pensar. “El sujeto se atiene fijamente a sus premisas…está continuamente reinterpretando las interpretaciones del analista para que hagan juego con sus propias premisas, que es también una forma de decir que las premisas del analista tienen que ser calladamente rechazadas”.

Así, la Reversión de la Perspectiva es un caso de rigidez de pensamiento extrema y contraproducente, que ata al paciente a una sola posibilidad cognitiva: su perspectiva: esta única lente de vivenciar la existencia le trae gran dificultad para entender la perspectiva del Otro, de re-interpretar su propia biografía y de permitirse una posibilidad de cambio, y que, en efecto, obstaculiza en gran medida cualquier abordaje psicoterapéutico.

De otro lado, Bion insiste en que los pacientes que hacen Reversión de la Perspectiva tienen una predominancia del Instinto de Muerte postulado por Sigmund Freud; en ellos, “los impulsos están teñidos de Tánatos”, y esto produce un funcionamiento primitivo de la mente, con odio a la realidad (tanto interna como externa), transferencias psicóticas (con uso masivo de la proyección) y ante ellos el terapeuta, como señala Rosenfeld, corre el riesgo de sucumbir ante la identificación proyectiva masiva. La postura del terapeuta, como la posición del objeto-madre, debe ser la de recibir estas embestidas (identificación proyectiva masiva, envidia, voracidad, agresiones del paciente) y, en una plena función de reverie, devolverlas “más metaboliables”, más asimilables, menos tanáticas. Es decir, el terapeuta debe, pese a todo, permitir la elaboración del pensamiento, la transformación de elementos beta en elementos alfa (cosa a la que, justamente, el paciente en Reversión de la Perspectiva se opone, pues le huye al insight).

¿Cómo iremos identificando una evolución favorable? En la medida en que el vínculo – K se vaya transformando en vínculo + K, en que el paciente vaya saliendo de su trinchera y vaya aceptando la realidad (por dolorosa que sea): pensando, aceptando el conocimiento, aceptando las interpretaciones del terapeuta y arriesgándose a adquirir el insight. Como diría Bion, “avanzando hacia la maduración mental”.

La psicoterapia busca el conocimiento, la conciencia de la propia realidad psíquica: un conocimiento que vaya más allá del mero “conocimiento intelectual” (“el conocimiento acerca de algo” del que habla Bion): se trata aquí de un conocimiento personal, del “haber sido”, de la realidad interna. El terapeuta y el paciente deben permitirse la búsqueda de la ligazón que permite el pensamiento (ligazón que es atacada brutalmente en la Reversión de la Perspectiva): esa unión, esa asociación de experiencias vivenciales, irá formando cadenas ideativas (recordemos el concepto de realización: cuando la preconcepción se encuentra con la realidad, surge la concepción) más y más complejas, que permitirán la estructuración progresiva del proceso de pensamiento. Y el camino a la curación, aunque largo y difícil la mayoría de las veces, irá aparejado a la integración, a la ligazón, a la maduración del proceso de pensamiento, al conocimiento de la verdad psíquica. Por eso los psicoterapeutas deben entender que su objetivo no es “entrenar” a los pacientes, sino permitirles el pensar.

Lecturas recomendadas

1. Etchegoyen, H. Los Fundamentos de la Técnica Psicoanalítica. Amorrortu, 1988
2. Bion, W. Attacks on Linking, Internacional Journal of Psycho-Analysis, vol 40, 308-15. 1959.
3. Bion, W. Volviendo a Pensar. Horme, Buenos Aires, 1977
4. Segal, H. Introducción a la obra de Melanie Klein. Paidos, Buenos Aires, 1978
5. Klein, M. On the development of Mental Functioning, 1958
6. Gabbard, G. Long Term Psychodinamic Psychoterapy. 2001.
7. Bettelheim, B. Rosenfeld, A. El arte de lo obvio, Critica, 1990

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